MANIFIESTO REGIO DE FERNANDO VII
Mientras Yo meditaba maduramente, con la solicitud propia de mi
paternal corazón las variaciones de nuestro régimen fundamental que parecían más
adaptables al carácter nacional y al estado presente de las diversas porciones
de la Monarquía española, así como más análogas a la organización de los pueblos
ilustrados, me habéis hecho entender vuestro anhelo de que se restableciese
aquella Constitución, que entre el estruendo de las manos hostiles, fue
promulgada en Cádiz el año 1812 (…). He jurado esta Constitución por la cual
suspirabais y seré siempre su más firme apoyo (…). Marchemos francamente, y yo
el primero, por la senda constitucional.
10 de marzo de 1820
Decreto de abolición de la legislación del Trienio
Liberal
Fernando
VII el 1º de octubre en el Puerto de Santa María.
Bien públicos y notorios fueron a
todos mis vasallos los escandalosos sucesos que precedieron, acompañaron y
siguieron al establecimiento de la democrática Constitución de Cádiz en el mes
de marzo de 1820: la más criminal situación, la más vergonzosa cobardía, el
desacato más horrendo a mi Real Persona, y la violencia más inevitable, fueron
los elementos empleados para variar esencialmente el gobierno paternal de mis
reinos en un código democrático, origen fecundo de desastres y de desgracias.
Mis vasallos acostumbrados a vivir bajo leyes sabias, moderadas y adaptadas a
sus usos y costumbres, y que por tantos siglos habían hecho felices a sus
antepasados, dieron bien pronto pruebas públicas y universales del desprecio,
desafecto y desaprobación del nuevo régimen constitucional. Todas las clases del
Estado se resistieron a la par de unas instituciones, que preveían y señalaban
su miseria y desventura. [ ... ]
La Europa entera, conociendo
profundamente mi cautiverio y el de toda mi familia, la mísera situación de mis
vasallos fieles y leales agentes españoles, por todas partes determinaron poner
fin a un estado de cosas que era el escándalo universal, que caminaba a
trastornar todos los tronos y todas las instituciones antiguas, cambiándolas en
la irreligión y en la inmoralidad.
[ ... ] he
venido a decretar lo siguiente:
1º Son nulos y de ningún valor los
actos del llamado gobierno constitucional (de cualquier clase y condición que
sean) que ha dominado a mis pueblos desde el día 7 de marzo de 1820 hasta hoy 1º
de octubre de 1823 [ ... ]
2º Apruebo todo cuanto se ha decretado
y ordenado por la junta provisional de gobierno, y por la regencia del reino
creadas, aquéllas en Oyarzun el día 9 de abril, y ésta en Madrid el 26 de mayo
del presente año
Puerto de
Santa María, 19 de octubre de 1823.
Los primeros
movimientos carlistas: els agraviats de Cataluña.
«Desde el pasado mes de marzo, Cataluña está entregada a
perturbaciones que, habiendo comenzado parciales y aisladas, han tomado más
tarde cierto aumento y se desarrollan de manera tan amenazadora que hay que
temer que muy pronto cubran la provincia entera. Al comienzo los gritos de los
rebeldes eran `Viva Carlos quinto, viva la Inquisición, muerte a los negros',
fuera los franceses'. Al pasar del sur al norte la sedición los ha cambiado y
ahora son: `Viva el rey absoluto, viva la Inquisición, fuera la policía y los
sectarios'. Tomaban antes el nombre de `carlistas'; actualmente se ¡laman
`realistas agraviados'. El triunfo de la religión, el restablecimiento de la
inquisición y la muerte de los negros: he aquí lo que es común a los facciosos
del sur y del norte, a los de ayer y a los de hoy.»
Informe del embajador francés
en España (agosto 1827) 'Los «negros» son los liberales, en contraposición a los
«blancos» o absolutistas.
La Proclama de Torrijos (1830)
«¡SOLDADOS! Nuestra obediencia al Gobierno Interino de la
Nación, nuestro respeto a las leyes, nuestro amor a la libertad, y nuestro
patriotismo debe manifestarse haciendo desaparecer a cuantos se opongan a la
rejeneración política de nuestra patria. Las leyes del reyno dan derecho a todo
Español para levantarse contra el despotismo, y la conducta del rey y de su
gobierno justifica sobradamente este paso. Público es el estado de degradación y
de ignominia en que el nombre español ha caído en todas partes, pública la
perfidia y desmoralización del Gobierno de Madrid, y todos lloramos aún las
desgracias y persecuciones que han causado tantas víctimas. La medida del
sufrimiento llegó a su colmo; la Nación reclama nuestra ayuda, nosotros somos
sus esperanzas, y sólo nuestro valor podrá sacarla de la opresión en que jime.
La empresa es digna de vosotros, y la victoria pronta y segura, si tenéis ánimo,
si confiáis en vuestros jefes y guardáis sumisos las leyes de la disciplina. En
casi todas las provincias resuenan ya los nombres de PATRIA y LIBERTAD.»
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